Ciencia y Espiritualidad

ENTREVISTA A RUPERT SHELDRAKE

Rupert Sheldrake es un bioquímico y biólogo británico que en 1981 sacudió el mundo de la ciencia académica con la publicación de su primer libro, A New Science of Life: The Hypothesis of Morphic Resonance (publicado en español por Kairós como Una nueva ciencia de la vida. La hipótesis de la resonancia mórfica). Con este libro presentó la idea de la resonancia mórfica como un proceso de conexión no-material que propaga la memoria de la naturaleza y determina la evolución de las especies. Según esta hipótesis, las llamadas “leyes de la naturaleza” son más bien hábitos que evolucionan junto con el universo, en lugar de estar fijadas al momento del Big Bang, y “cada especie tiene una suerte de memoria colectiva de la cual se nutren las memorias personales” o de cada ser en particular

Cuarenta años más tarde, el concepto de resonancia mórfica presentado en ese libro continúa siendo tan controversial para el mundo académico que se lo trata como si fuese herejía científica y no se enseña en las universidades. “En privado, las cosas son totalmente distintas —admite Sheldrake—. Hay muchos científicos (y por supuesto gente por fuera de la comunidad científica) que están interesados en la idea pero no les gusta decirlo en público porque es demasiado controversial, entonces se reúnen y conversan conmigo en secreto”. 

Esta “situación ridícula”, como la define él, le ha valido críticas y censuras, como la que intentaron ejercer sobre la charla TED que dio en 2013, pero no impidió que se produjera un flujo constante de investigación que respalda la idea de resonancia mórfica. “En la tercera edición de mi libro Una nueva ciencia de la vida, que se publicó hace unos años en Inglaterra, resumí veinticinco años de investigación acerca de este tema. Hubo un desarrollo considerable, y aquella idea de las leyes de la naturaleza como hábitos ahora es sostenida incluso por los cosmólogos”, dice Sheldrake.

Las llamadas leyes de la naturaleza son más bien hábitos que evolucionan junto con el universo, en lugar de estar fijadas al momento del Big Bang, y cada especie tiene una suerte de memoria colectiva de la cual se nutren las memorias personales”.

Por supuesto, otros campos como la medicina alternativa, la psicología junguiana, quienes se dedican a la investigación psicodélica y a la investigación sobre prácticas espirituales sí se interesaron por la idea de resonancia mórfica, y él continuó desarrollando sus teorías. Según la clasificación del Instituto Duttweiler de Zurich (el principal grupo de expertos independientes de Suiza), en 2013 estuvo entre los cien mejores líderes de pensamiento global. En Research Gate, la mayor red científica y académica en línea, su puntaje de 33,5 lo ubica entre el 7,5% de investigadores más importantes de acuerdo a las citas realizadas por sus pares de sus textos. 

Sheldrake lleva nueve libros publicados, entre ellos Science Delusion (publicado en español como El espejismo de la ciencia), donde intenta ir más allá de este materialismo dogmático que lo condena hacia una ciencia holística. “Creo que en este momento todo está moviéndose en esa dirección; estamos en el proceso de un gran cambio de paradigma. La cuestión es cuánto tiempo llevará”, dice. 

En diálogo con PsicoCymática, cuenta cómo arribó a sus conclusiones partiendo de su primer trabajo con la botánica. Desde que comenzó la investigación con plantas, su interés se focalizó en cómo surge una planta de una semilla, o sea, cómo surge la forma. “Los genes, por supuesto, juegan su papel”, dice Rupert, “pero creo que en última instancia las formas que aparecen dependen de los campos vibratorios, los campos morfogenéticos, que son campos que dan forma”. Esto puede verse con claridad a través de la cymática, aquella ciencia que compone el nombre de esta plataforma y que se dedica al estudio de los patrones que se crean por flujos vibratorios. Rupert tiene un laboratorio cymático en su casa, y como resultado de lo que ha experimentado allí, publicó junto con su hijo, el Dr. Merlin Sheldrake (autor de Entangled Life: How Fungi Make Our Worlds), un paper que puede leerse en su sitio web. Una de las razones por las que se interesó por la cymática es porque “demuestra que la forma emerge de la actividad vibratoria”.

“Según indica la ciencia moderna, la vibración es la base de toda la naturaleza. Esto no es una idea esotérica vaga, es física cuántica estándar. Todo en la naturaleza es rítmico y vibratorio. Todo en nuestro cuerpo es vibratorio o rítmico. La interfaz entre las vibraciones y la forma es lo que vemos tan claramente en la cymática. Y la resonancia mórfica, la idea de una memoria de la naturaleza en la que he estado trabajando durante todos estos años, se trata sobre la resonancia entre estos patrones de vibración a través del tiempo y del espacio“.

“Todo en la naturaleza es rítmico y vibratorio. Todo en nuestro cuerpo es vibratorio o rítmico. La interfaz entre las vibraciones y la forma es aquello que vemos tan claramente en la cymática”.

De aquí al concepto de mente extendida, también acuñado por Sheldrake, hay un solo paso: “Estos campos de actividad vibratoria son lo que subyace al desarrollo de embriones y plantas, pero también la actividad de nuestras mentes. Lo que sugiero es que los campos de nuestra mente están dentro de nuestra cabeza pero se extienden mucho más allá de ella, así como ocurre con un imán, cuyo campo electromagnético está dentro del imán concreto y se extiende más allá de él”. Esto implica que las vibraciones y los patrones de actividad en nuestros cerebros están asociados con campos extendidos que van mucho más allá del cuerpo y que también nos relacionan con otros seres. 

Es decir que existe una vibración entre las personas que están relacionadas dentro de un campo social, y esta es la razón por la que es posible captar por telepatía las necesidades, pensamientos o intenciones de las personas con quienes uno tiene un vínculo estrecho, incluso a kilómetros de distancia, lo cual Rupert ha comprobado con experimentos científicos como los desarrollados en su libro Dogs That Know When Their Owners Are Coming Home: And Other Unexplained Powers of Animals (publicado por Paidós como De perros que saben que sus amos están camino de casa y otras facultades inexplicadas de los animales).

En línea con esta visión holística de los sistemas autoorganizados, Sheldrake plantea además que también el sol, las estrellas y los planetas, todo el universo, es consciente e inteligente. Esta forma de ver el cosmos, como sabemos, no es nueva: “Por supuesto, esta era una visión muy común en el mundo antiguo, lo encontramos en la tradición platónica y neoplatónica, y también en otras culturas: la idea de que vivimos en un mundo vivo compuesto por diferentes niveles de organización. Creo que esta es la visión más correcta de la naturaleza, tiene mucho sentido. No hay razón para suponer que estos niveles de organización no son conscientes, quiero decir: el universo entero podría tener una mente; la galaxia, una mente galáctica; el sistema solar, una mente solar; y así también los planetas. Gaia es un planeta vivo”. 

Es evidente que se trata de una cosmovisión muy afín a la astrología, sin embargo Sheldrake, que admite no conocer la disciplina en profundidad, tiene una crítica sobre la práctica astrológica moderna. “No tengo ningún problema con la idea de que nuestra vida en la Tierra es parte de un organismo más grande, el sistema solar, que está influenciado por el sol, y quizás, en diversos grados, por los planetas, que a su vez influencian al sol (ya que tienen un efecto marea sobre el sol, y cambian la manera en que el sol se comporta porque todos tienen un tirón gravitacional sobre él). También estoy de acuerdo en que debido a que los planetas están en diferentes posiciones mientras se mueven en sus órbitas, la cualidad del tiempo cambia según cómo estén dispuestos porque el organismo de todo el sistema solar está en diferentes posiciones relativas, por lo que la fisiología del sistema solar siempre se está modificando, lo cual cambia la cualidad del tiempo. Esto no solo no me parece controvertido, sino que me parece obvio”.

“No hay razón para suponer que estos niveles de organización no son conscientes, quiero decir: el universo entero podría tener una mente; la galaxia, una mente galáctica; el sistema solar, una mente solar; y así también los planetas. Gaia es un planeta vivo”.

“El mayor problema que tengo con la astrología que se practica ahora —continúa Sheldrake— es que, aunque la filosofía que tiene detrás no sea mecanicista, la práctica sí lo es: los astrólogos no se interesan por salir a ver el cielo nocturno e identificar planetas y constelaciones, todo lo hacen desde un software. Seguramente algunos lo hagan, pero la mayoría de los que conocí están de hecho desconectados del cielo real. Así que lo que espero que pase y me interesa es que la astrología y la astronomía se reúnan. Por el momento los astrónomos tienen los hechos pero no el significado simbólico y los astrólogos tienen significados simbólicos pero cuentan solo con algunos hechos, podrían tener más si su tarea fuera más observacional. Así fue históricamente, por ejemplo al momento de crear el Gran Meridiano de Greenwich, el astrónomo que configuró el grado cero también era astrólogo, así que tenía que averiguar mediante astrología electiva cuál era el momento adecuado para iniciar el Meridiano de Greenwich y el Observatorio Real. Veían una conexión que ahora se ha perdido”, concluye uno de los pioneros en construir puentes entre la investigación científica y la práctica espiritual.

En su último libro, Ways to Go Beyond and Why They Work. Seven Spiritual Practices in a Scientific Age (publicado en español como Caminos para ir más allá. Prácticas espirituales en la era de la ciencia), Sheldrake va a fondo en este vínculo entre ciencia y espiritualidad, y recopila el resultado de investigaciones que han demostrado que las prácticas espirituales tienen efectos medibles, estadística y empíricamente, en la salud y el bienestar. “Lo que está ocurriendo —dice Sheldrake— es que, a través de la convergencia entre la ciencia y el estudio de las prácticas espirituales, se esclarece en términos científicos lo que realmente sucede en estas prácticas”. En el libro, él discute los efectos de la meditación, la conexión con la naturaleza, el canto en coro, el peregrinaje y la gratitud, entre otras antiguas prácticas espirituales. 

“Esto significa que esa vieja idea de que la espiritualidad es solo una fantasía subjetiva de algunas personas que son estúpidas o demasiado ignorantes como para comprender la ciencia materialista ha dado lugar a una unión mucho más interesante entre estos campos. Y como se ha vuelto tan evidente que las prácticas espirituales tienen beneficios, incluso muchos ateos y materialistas eminentes han empezado a meditar, como Sam Harris, un filósofo y neurocientífico neo-ateo estadounidense, que ahora da cursos online de meditación”. 

“Esto significa que esa vieja idea de que la espiritualidad es solo una fantasía subjetiva de algunas personas que son estúpidas o demasiado ignorantes como para comprender la ciencia materialista ha dado lugar a una unión mucho más interesante entre estos campos”.

Sheldrake afirma que el modo en que se están dando estas nuevas convergencias “nos ubica en el umbral de una nueva fase de evolución espiritual, porque no solo la ciencia se une con las prácticas espirituales, sino que además ahora tenemos acceso a prácticas espirituales de diferentes tradiciones del mundo: hindúes, budistas, chamánicas. Nuestros antepasados no conocían ninguna de estas prácticas, no habían oído hablar jamás del yoga tibetano de los sueños, por ejemplo. Ahora te puedes inscribir en un curso sobre esto en cualquier ciudad del mundo. Entonces hay una apertura mayor, y está respaldada por la mirada científica, de modo que creo que este es un momento particularmente emocionante para la evolución espiritual”.

Entrevista realizada por Soledad Davies | Abril 2020

 

CURSO ONLINE EN ESPAÑOL

La teoría de Sheldrake sostiene que la mente no es tan solo la actividad del cerebro, sino que se extiende mucho más allá del cerebro.

Durante este curso, el Dr. Sheldrake desarrolla sus investigaciones sobre la mente extendida, la telepatía y sobre cómo la mente afecta aquello que observa, y enseña en cómo la investigación científica ha validado la importancia de las prácticas espirituales.

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