Jung y la Astrología
ENTREVISTA A MAXIMILIANO PERALTA
Maximiliano Peralta es autor de Jung y la Astrología, publicado este año por la editorial Kier con prólogo de Eugenio Carutti. El libro propone un recorrido entre la Psicología junguiana y la Astrología humanística, desarrollando las premisas básicas de ambas disciplinas, así como su relación y retroalimentación. En esta entrevista, Maximiliano habla sobre el camino que lo llevó a integrar estas dos disciplinas, a las que percibe como íntima y estructuralmente entrelazadas.
Al principio de este trayecto, en los noventa, cuando cursaba sus estudios de Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y empezó a aprender Astrología humanística, escondía sus libros de lunas y ascendentes debajo de las fotocopias de los textos académicos. Pero años más tarde, a la vuelta de una especialización que hizo en la Universidad Ramón Llull de Barcelona, donde tomó contacto profundo por primera vez con la teoría junguiana (a la que define como una cosmovisión), se decidió a tomar un rol activo para que Jung ingresara a los programas del ciclo de grado de la carrera en Córdoba y para que, a través de Jung, se incluyera además el estudio de los lenguajes simbólicos en tanto herramientas terapéuticas legitimadas por los espacios académicos.
En perspectiva, Maximiliano afirma que “parece que hubieran pasado cien años, en lugar de veinte, porque se pasó de una actitud desvalorizadora de Jung y de la Astrología a una que es la opuesta”. Por lo tanto, él considera que valen la pena estas luchas, a las que define como “sociales y de poder” en el sentido de que tienen que ver con dónde se juegan los discursos hegemónicos. “Sabemos que las universidades son generadores y representantes de la legitimidad al nivel de los saberes”, dice, entonces su intención fue llevar estos saberes “marginales” al centro de lo académico, y actualmente forma parte de una cátedra de psicología junguiana en la Facultad de Psicología de la UNC.
La revelación que lo llevó a esta lucha se produjo en Cataluña, donde notó que los conceptos junguianos transmitidos por sus profesores de la especialización eran muy fácilmente traducibles a los que había aprendido estudiando Astrología. Se dio cuenta entonces de que “no tienen que integrarse Jung y la Astrología: están integrados, y uno tiene que descubrir cómo es esa integración, cómo lo simbólico y los lenguajes simbólicos son estructurales al lenguaje junguiano”.
“no tienen que integrarse Jung y la Astrología: están integrados, y uno tiene que descubrir cómo es esa integración, cómo lo simbólico y los lenguajes simbólicos son estructurales al lenguaje junguiano”.
Descubrió así que las dos actitudes que define Jung, introversión y extraversión, eran como el pulso de las polaridades receptiva y activa del zodíaco; que las cuatro funciones junguianas, que son pensamiento, sentimiento, intuición y sensación, tenían una analogía con los cuatro elementos; y que el inventario tipológico de las junguianas Myers y Briggs de treinta y dos perfiles se comprendía mejor estableciendo paralelos con los signos del zodíaco.
La Astrología se le reveló, en sus palabras, como “una matriz clara y poderosa para traducir sin esfuerzo lo abstracto de la teoría jungiana a vivencias concretas”. Ese fue el germen del libro que escribió después para dar cuenta de esta retroalimentación muy potente, a su criterio, entre la Psicología analítica de Jung y la Astrología humanística.
“Los textos que refieren al campo de lo simbólico se asimilan a decantación”, advierte. A pesar de que la lectura de un libro como el que acaba de publicar, o como la bibliografía que lo compone, ingresa por el pensamiento, también toca fibras de otros planos como el del corazón o la función de la intuición, y que eso no necesariamente sucede en el momento de la lectura, sino que se da en el transcurso del tiempo. Maximiliano dice que, por momentos, estudiar a Jung le ha parecido como observar la obra de un pintor. “Se puede observar cada trazo, color y la técnica en detalle, pero luego la mirada analítica queda subsumida dentro de la potencia gestáltica de la obra final”, concluye. Acercarse a estos saberes invita entonces a otra experiencia del tiempo, a la vivencia de un tiempo con una cualidad muy distinta a la hegemónica de hoy.
En este enfoque y este entrecruzamiento, la Astrología se plantea como si fuera una imaginación activa viva (“técnica capital en lo junguiano porque para Jung psiquis es imagen”, dice Peralta), que debería ir a contramano del camino reduccionista del literalismo, de la mirada lineal o del algoritmo matemático por sí solo, y orientarse en cambio a estimular la función intuición y la potencia imaginal. La propuesta tiene que ver con una experiencia y percepción del símbolo que, lejos de definir o cerrar, abra y amplifique el sentido y nos conecte con lo inconmensurable, que en palabras de Maximiliano, es “el máximo religar”.